
La historia religiosa de Venezuela marcó un hito sin precedentes este domingo, cuando la Iglesia Católica elevó a los altares a dos de sus figuras más veneradas: José Gregorio Hernández, conocido popularmente como "el médico de los pobres", y Carmen Elena Rendiles, fundadora de la Congregación Siervas de Jesús.
El epicentro de este acontecimiento fue la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, donde una multitud de peregrinos de diversas nacionalidades fue testigo de la proclamación. Durante la ceremonia, el Papa León XIV reconoció formalmente la santidad de ambos venezolanos, destacando sus vidas como modelos de fe y servicio. La obra de Hernández fue recordada por su incansable labor en favor de los enfermos y desposeídos, mientras que de Rendiles se exaltó su legado de humildad y su obra enfocada en la educación y el amparo de los más necesitados.
Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, una atmósfera de profunda emoción y orgullo embargaba a Venezuela. En ciudades de todo el país, y de manera muy especial en el estado Trujillo —tierra natal del doctor José Gregorio Hernández—, multitudes se congregaron frente a pantallas gigantes para seguir en directo la transmisión desde Roma. Las calles se vistieron de fiesta con flores, oraciones y cánticos que reflejaban la devoción de un pueblo.
La ceremonia vaticana fue un evento de alcance global para la Iglesia, ya que junto a los venezolanos, también fueron inscritos en el libro de los santos el arzobispo armenio Ignacio Choukrallah Maloyan, el laico Peter To Rot de Papúa Nueva Guinea, las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y María Troncatti, y el laico italiano Bartolo Longo.
Con este nombramiento, Venezuela no solo honra a dos de sus hijos más ilustres, sino que también afianza dos símbolos de solidaridad y esperanza que han trascendido generaciones.